El calor ha llegado para quedarse y, ¿qué mejor que recetas fresquitas para esta época? El año pasado compartía recetas fáciles para hacer helado de yogur y este he decidido publicar una receta que me chifla: tarta de yogur con frutas.
Y es que no me digáis que no tiene buena pinta… ¿Hay mejor combinación que la fruta y el yogur? Animaos a probarla porque os aseguro que repetiréis por varias razones: es fácil de hacer, no necesita horno, es ligera y muy, muy, muy sabrosa, ¿os apuntáis a hacerla?
Los ingredientes que vamos a necesitar son:
- 100 g de galletas tipo digestive.
- 40 g de mantequilla.
- 2 yogures naturales.
- 100 g de azúcar.
- 200 ml de nata.
- 3 hojas de gelatina neutra.
- Frutas para decorar: kiwis, fresas, piña, etc.
* Para elaborar esta tarta es imprescindible hacerla en un molde desmoldable. El mío es de 22 centímetros, aunque si lo tenéis más pequeño casi mejor, porque así os quedará más gruesa.
Elaboración:
Lo primero que tenemos que hacer es triturar las galletas, podéis hacerlo en una trituradora pero, si no tenéis, también podéis hacerlo metiéndolas en una bolsa de plástico y pasándoles el rodillo de cocina por encima.
Ahora derretimos la mantequilla en un cazo, la vertemos sobre las galletas trituradas y mezclamos hasta conseguir una especie de pasta con la que haremos la base de nuestra tarta de yogur.
Ahora echamos esta pasta en el molde desmoldable cubriendo el fondo y presionamos, con ayuda de una cuchara, hasta conseguir una base plana y lisa. Una vez hecho esto, reservamos en el frigorífico.
El siguiente paso es hidratar la gelatina neutra en agua fría siguiendo las instrucciones del fabricante.
Y mientras vamos preparando la crema de la tarta. Para ello ponemos la nata en un cazo y añadimos el azúcar.
La retiramos del fuego antes de que comience a hervir, agregamos la gelatina neutra escurrida y los dos yogures. Mezclamos bien todos los ingredientes hasta obtener una crema homogénea.
Sacamos el molde del frigorífico, vertemos la crema sobre la base de galleta y dejamos enfriar temperatura ambiente. Cuando haya perdido calor, introducimos la tarta de nuevo en el frigorífico y la dejaremos enfriar durante al menos 6 horas, aunque yo siempre prefiero dejarla toda la noche.
Antes de servirla, la desmoldamos y la decoramos con trozos de frutas. En esta ocasión lo hice con kiwis y fresas, pero también está muy rica con mango y maracuyá, con frambuesas y arándanos… ¡Cómo veis hay un montón de opciones!
¿Qué os parece? Queda pintona, ¿verdad? Os animo a que la probéis, porque es un postre ligero, ideal para finalizar las comilonas veraniegas.

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