Solo un sí es un sí

Solo un sí es un sí - Punto de Lu

El post de hoy no tiene nada que ver con lo que suelo publicar, no es una receta, ni un tutorial, ni un outfit, pero es un tema que como mujer, hermana, hija, amiga y ser humano no podía pasar por alto.

En su día, hace casi dos años me tocó muy fuerte el tema de la ya conocida y mal llamada «manada«, y digo mal llamada porque una manada es otra cosa, una manada es un grupo de animales que se unen para ayudarse y protegerse, no para agredir ni hacer daño por mera diversión.

Pues bien, en su momento no entendí cómo es posible que suceda algo así, ni qué se le pasa por la cabeza a unos hombres, si es que se les puede denominar así, para hacer semejante cosa: violar a una chica. Pero estos días hubo algo que me escandalizó todavía más si cabe, y es que lo que se supone que debería estar para velar por nuestra seguridad (la justicia) se volvió a olvidar de la víctima, no solo se lo hicieron pasar mal recordando lo que había sucedido y cuestionándola, sino que se le ha quitado hierro a una violación múltiple considerándola únicamente abuso sexual, en lugar de lo que es realmente: AGRESIÓN SEXUAL.
Dicen que no hubo violencia ni intimidación, ¿perdona? No es no y la ausencia de sí también es no. ¿Cinco hombres de gran envergadura acorralando a una chica de 18 años no es intimidación? ¿Es necesario que la joven acabara llena de golpes y moratones para que se considere violencia?
Dígannos señores jueces y señores políticos, ¿qué tenemos qué hacer si nos vemos envueltas en una situación así? ¿Cómo debemos comportarnos para que se juzgue al agresor/es como es debido y se deje de juzgar a la víctima? Porque sí, da igual que vayamos borrachas, estemos solas, nos pongamos minifalda o salgamos hasta las tantas de la mañana, se mire como se mire, si no decimos SÍ es una violación.
Lo único que me ha reconfortado en estos días de rabia, indignación e impotencia es saber que las mujeres nos tenemos unas a otras, que esa sororidad de la que hemos empezado a escuchar hablar hace meses es veraz.

Las mujeres nos echamos a la calle, ya no tenemos miedo a manifestarnos, a reclamar nuestros derechos, ni a denunciar pero, por desgracia, debemos seguir teniendo miedo, miedo porque eso que denominan «justicia» continúa sin velar por nuestra seguridad, se nos sigue juzgando y culpabilizando de algo de lo que únicamente es culpable el agresor/es.

Todavía queda mucho por hacer pero, por fortuna, cada vez más hombres empatizan con nuestras emociones y se suman a la causa feminista, tomando conciencia de que aún queda un largo camino por recorrer para eliminar el machismo generado por el patriarcado y conseguir, de este modo, la igualdad real.

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