Me encanta ir al cine, sobre todo en invierno, me parece un plan perfecto para salir de casa, ponerme al día de los estrenos y disfrutar del séptimo arte en buena compañía y con unas buenas palomitas.
Lo primero que necesitaremos, aparte de un jardín, es una alargadera en la que poder enchufar el proyector a la red eléctrica. El siguiente paso será conectar la salida de vídeo del ordenador al proyector y, después, conectar el ordenador a unos altavoces externos para conseguir un mejor sonido. Dichos altavoces pueden ser los típicos de ordenador o, como en nuestro caso, pueden ser los de un equipo antiguo de sonido que tenga entrada auxiliar (AUX).
Si sois afortunados y vuestro proyector tiene una entrada USB que os permita reproducir las películas, no necesitaréis tener un ordenador conectado como “centro multimedia”, al igual que si vuestro proyector tiene unos altavoces integrados lo suficientemente potentes. En cualquier caso, estos proyectores ya se van un poco de precio.
Otro requisito indispensable es tener un bastidor o soporte en el que colocar una sábana blanca que hará la función de pantalla. Mi suegro, que es un manitas, se vino arriba y lo construyó a lo grande, con unas barras que permiten subir y bajar la “pantalla” a la altura deseada. Sin embargo, tampoco es necesario complicarse la vida, basta con tener una pared blanca o un cordón de los de tender la ropa y plantar ahí la sábana 😉
Además, como en Galicia las noches suelen caer fresquitas, cogemos nuestras mantas del sofá y ¡listo!, cada uno tiene preparada su butaca para disfrutar de una sesión de cine al aire libre.
Quizá no nos haya quedado tan bonito como la fotografía de Pinterest que nos había inspirado, pero lo cierto es que, gracias a ella, disfrutamos de muchas noches de verano en familia, hecho que cada año que pasa valoro mucho más.
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