Revisando fotos de viajes he visto que no había compartido mi experiencia en Aveiro y, la verdad, es que es una ciudad merece mucho la pena, ¡por algo le llaman la Venecia portuguesa! Sus calles, su gente, su olor a salazón, sus edificios… Absolutamente todo es precioso, por eso hoy os cuento 5 razones para visitar Aveiro.
Lo he reducido a 5 para no hacer un post muy extenso y aburrido aunque, lo cierto es que, podrían dar mil motivos más, pero para ello mejor que viajéis allí y lo descubráis vosotros mismos 😉
Y es que, Portugal es un país maravilloso al que me encanta escaparme cada vez que hay un pequeño puente o puedo cogerme unos días de vacaciones. Los que leéis habitualmente Punto de Lu sabéis que lo he visitado en algunas ocasiones y que siempre, siempre, siempre, me ha rechiflado.
1. Sus canales y recorridos en moliceiros
Aunque no son tan extensos como los de Venecia albergan un gran encanto, transcurren por los barrios más antiguos de la ciudad y te acercan a sus salinas. Sin duda, poder recorrerlos en los moliceiros, así es como denominan a las embarcaciones que te transportan por los canales, es una gran experiencia, sobre todo porque, cuentan con un guía que te va explicando datos curiosos de la ciudad y los lugares por los que transcurre. Su precio suele rondar los 5€ y la duración de este paseo unos 45 minutos. ¡Es sin duda una de las mejores formas de conocer la ciudad!
Además, hay algo que todavía hace más especial a estas embarcaciones de proa levantada que recuerdan a las góndolas venecianas, y es que, aunque ahora son meramente turísticas, en su día eran utilizadas como herramienta de trabajo. Con ellas, en el siglo XIX se recogía el «moliço», un alga de la ría que después extendían y dejaban secar al sol, de esta forma servía como fertilizante para las tierras de los agricultores de la región. Una curiosidad de los moliceiros es que tanto en la proa como en la popa cuentan con dibujos muy coloridos que representan desde oficios y escenas religiosas, hasta situaciones humorísticas, románticas y, especialmente, picantes.
2. Sus dulces típicos
Y hemos topado con una de mis debilidades… ¡El dulce! Que Portugal es un país con gran variedad de productos dulces no es ningún secreto y en la ciudad de Aveiro no iba a ser menos. Además de helados de mil sabores y las conocidas natas, hay dos dulces típicos de esta ciudad que no podéis dejar de probar: los ovos moles y las tripas de Aveiro, dicho así quizá no suene a una gran delicia, pero esperad porque os contaré en qué consisten y os aseguro que no os resistiréis.
Los ovos moles, heredados de las tradiciones de los conventos de Aveiro, son un dulce que apenas ha variado la receta desde su origen. Su masa, elaborada con huevos y azúcar, tiene un color dorado muy característico y está recubierta con una capa de oblea en forma de elementos relacionados con el mar tales como conchas o peces. Su sabor no se parece a ningún otro que haya probado, sin embargo, solo puedo decir que me chiflan.
Las tripas de Aveiro, al contrario de lo que se pueda pensar, no están hechas con la tripa de ningún animal. Simplemente son como una especie de crepes gruesos (la masa no es exactamente igual), que te rellenan del dulce o chocolatina que más te guste: Kinder Bueno, Crunch, Nutella… Las calorías que pueden tener seguramente serán infinitas, pero os aseguro que ¡merece la pena probarlas! 😉
3. El Museo de Aveiro
Aunque hay más museos, el más importante es el Museo de Aveiro. Fundado en 1458, este antiguo convento dominico femenino refleja la vida de la comunidad de monjas a lo largo de unos cuatro siglos, con diferentes estilos arquitectónicos.
Además, este museo es especial porque en él vivió la Princesa Joana, hija del Rey D. Alfonso V, que allí llevó una vida de santa y, por eso, fue beatificada en 1693. Tanto es el cariño que le rinden los habitantes de Aveiro que se ha convertido en la patrona de la ciudad.
La visita al museo se puede dividir en dos partes distintas y complementarias, por un lado la ruta monumental y, por otro, la exposición permanente. El túmulo de la Princesa Santa Joana, la iglesia de Jesús, el claustro, la sala del capítulo, el refectorio y los vestigios del antiguo convento son algunas de las partes que se pueden admirar aquí.
4. Sus edificios Art Nouveau
Las casas tradicionales de los pescadores situadas en el barrio de Beira Mar contrastan con los edificios modernistas o de Art Nouveau y es que esta corriente pegó fuerte en Aveiro. Estas casas surgieron entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX gracias a los emigrantes portugueses que hacían fortuna en Brasil.
Tan importante ha sido esta tendencia en la ciudad que ha sido distinguida como la ciudad-museo del Modernismo en Portugal y es miembro de la «Réseau Art Nouveau Network», junto a ciudades como Budapest, Bruselas, Glasgow, La Habana, Helsinki o La Habana.
Así, en Aveiro podemos hacer la Ruta del Modernismo (Rota da Arte Nova), un recorrido que se hace a pie o en bicicleta y en el que se pueden identificar alrededor de diez edificios y monumentos Art Déco más bonitos de Portugal. E incluso visitar el Museu de Arte Nova que, situado en la Casa Major Pessoa, propone un viaje a través del tiempo y del conocimiento.
5. Su entorno
Aveiro es una preciosidad y su entorno no lo es menos. A unos 20 minutos en coche se encuentra Costa Nova, un pueblo peculiar que se asienta entre la ría de Aveiro y la extensa playa que lleva su mismo nombre. Llegar allí y pensar que has retrocedido unas décadas en el tiempo es todo uno, sus casas son coloridas, pintadas con rayas en las que suelen combinar el blanco con otros colores (azul, amarillo, rojo…) y su largo paseo marítimo en el que se respira tranquilidad. Si tenéis tiempo, merece la pena hacer una parada, ¡no os arrepentiréis!
Además de la playa de Costa Nova, que resulta ideal para practicar deportes como el surf, debido al gran oleaje que la caracteriza, también se pueden visitar playas más tranquilas como la de Barra. Protegida por espigones y con un faro que la vigila: el Faro de Barra que, con 60 metros de altura, es el faro más alto de Portugal.
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